Alopecia, del latín alopecia («sarna»), y esta del griego antiguo ἀλωπεκία (alōpekía), a su vez de ἀλώπηξ (alṓpēx), «zorro» *.
En los años comprendidos entre 1930 y 1945, sobre todo en la época del nazismo, se llevaron a cabo las prácticas médicas que han sido catalogadas como las más deshonrosas y avergonzantes de la historia.
La experimentación con humanos, echó por tierra todos los principios de la bioética moderna y cualquier precepto del juramento hipocrático. En esta línea, diversas investigaciones «probaron» y determinaron que la conducta agresiva que mostraban ciertos enfermos mentales en una institución psiquiátrica de Kansas (EEUU), venía motivada por el exceso de hormonas masculinas (testosterona). La solución en estos casos era rutinaria y radical: castración.
Hamilton: Primera clasificación de los grados de la alopecia.
El doctor anatomista James Bruce Hamilton, obtuvo permiso de de la Universidad de Yale para estudiar el comportamiento de estos pacientes castrados y en el transcurso de esta investigación, le llamó especialmente la atención uno de ellos. Este tenía un hermano gemelo que le visitaba con asiduidad. La gran diferencia entre uno y otro era que mientras el paciente del psiquiátrico lucía una frondosa cabellera, su hermano estaba completamente calvo.
Hamilton se preguntó entonces si existiría alguna relación entre las hormonas masculinas y la calvicie, y tal y como reseñábamos al principio, no le resultó difícil conseguir permiso para experimentar con el sujeto internado y administrarle testosterona, la hormona que había sido suprimida con la castración. Pasados seis meses del «tratamiento» el paciente era tan calvo como su hermano.
La conclusión a la que se llegó fue que, efectivamente, la testosterona podía producir calvicie. ¿Pero por qué? ¿de qué manera?
En primer lugar, ocurre que la testosterona se metaboliza de manera diferente en los folículos pilosos de aquellos sujetos con predisposición genética a la alopecia y, a una anormal cantidad de la enzima 5-alfa-reductasa, esta testosterona se convierte en dihidotestosterona (DHI) que queda adherida al cabello y atrofia los folículos, provocando su posterior caída.
A partir de entonces, J. Hamilton se centró en esta línea de investigación y realizó un estudio con una muestra de más de 300 hombres con pérdida de pelo.
Así es como promulgó la primera clasificación de la calvicie basada en la observación de la recesión de la línea frontal y en la cantidad perdida de pelo en la zona frontoparietal.
- Grupo A, subtipo I -III, cabelleras que no son calvas.
Tipo I: la recesión de la zona frontal no es pronunciada y no existe pérdida de cabello en la zona frontoparietal. Aquí, hay una forma variante en la que el borde anterior de la línea del cabello se encuentra en la parte alta de la frente, lo que se conoce como Tipo IA.
Tipo II: aunque sutil, se observa ya un área triangular de recesión, que tiende a ser simétrica en la línea frontal y se empieza a notar ya un despoblamiento de la zona frontoparietal.
Tipo III: aquí se enumeraron los casos especiales de calvicie por cicatrices, con asimetría lateral, tipos inusuales de dispersión y adelgazamiento del cabello, y otros factores.
- Grupo B, subtipo IV -VIII, cabelleras calvas.
Tipo IV: representa la pérdida mínima de cabello para considerarlo calvicie. Se observa una recesión frontotemporal marcada, generalmente simétrica, y están ya muy despoblada. Estas recesiones se extienden hasta 3 cm por detrás de la línea frontal y es muy apreciable un aclaramiento pronunciado en la línea coronal. Se clasifica como Tipo IVA.
Tipo V: incluye recesiones frontoparietales y frontales con una escasa o ausencia de pelo en la zona de la coronilla.
Tipo VI: toda la parte superior e la cabeza está calva. En el patrón de variantes, Tipo VI A.
Tipo VII y VIII: en estos tipos, la zona con pelo tiene forma de herradura.
Esta clasificación de Hamilton supone el punto de referencia del patrón de la calvicie. Sin embargo, a pesar de describir de forma detallada las diferentes etapas de evolución de la pérdida de pelo, no recogía cuáles eran los patrones especiales de la caída del cabello, que fue añadida en los años setenta por el Dr. O´Tar Norwood.
Norwood: Segunda clasificación de los grados de la calvicie
El Dr. Norwood un reputado dermatólogo y cirujano de trasplante de cabello de Oklahoma, revisó en 1975 la clasificación de Hamilton después de hacer un estudio sobre una muestra de más de 1000 pacientes.
Hoy en día esta es la clasificación más utilizada para establecer los grados de calvicie masculina. Además de definir los dos patrones principales, añade otros basados en el estado del cuero cabelludo en la coronilla.
Tipo I: hay una recesión mínima o nula en la línea del cabello.
Tipo II: hay áreas de recesión triangulares, generalmente simétricas, en la línea frontal del cabello.
Tipo III: este sería el grado mínimo según Norwood para considerarse calvicie. Se observa una recesión simétrica en las sienes que tienen muy poco cabello o están ya totalmente despobladas.
Tipo IV: la recesión frontotemporal es más severa que en el Tipo III. Las dos áreas de pérdida de cabello están separadas por una línea de cabello moderadamente grueso que se extiende por la parte superior. Esta banda conecta los lados del cuero cabelludo.
Tipo V: La región de pérdida de cabello del vértice aún está separada de la región frontotemporal, pero es menos clara. La banda de cabello que cruza la corona es más estrecha y escasa, y las regiones de pérdida de cabello en el vértice y el frontotemporal son más grandes.
Tipo VI: El puente de pelo que cruza la coronilla, las regiones frontotemporales y vértice están unidas.
Tipo VII: Esta sería la forma más severa de calvicie, donde la cabeza solo tendría una banda de cabello, no muy densa, en forma de herradura en la zona occipital.
Norwood discrepa con Hamilton en las diversas variantes de Tipo A, definiéndolas del siguiente modo:
Tipo IIA: la línea del cabello es anterior a la zona de la oreja.
Tipo IIIA: la línea del cabello se ha reducido a un punto entre el límite del Tipo IIA y la zona de la oreja.
Tipo IV A: la línea del cabello ha retrocedido más allá de la línea de la oreja, pero no ha alcanzado el vértice de la cabeza.
Tipo V A: el área calva sobre pasa el vértice de la cabeza. La pérdida de cabello más severa que el Tipo VI no se puede distinguir de los Tipos VI o VII.
A partir de entonces, han sido muchos los investigadores que han propuesto nuevas clasificaciones de niveles de alopecia. Sobre todo porque entienden que esta escala Norwood no enumera algunos casos peculiares de calvicie. A pesar de ello, lo cierto es que esta clasificación sigue siendo la más utilizada a nivel mundial a la hora de cuantificar y medir la evolución de la pérdida de pelo.
*ἀλώπηξ (alṓpēx), «zorro». Tomado este término pues el zorro cambia o muda de piel dos veces al año.
Fuentes consultadas:
Schwarc J.A. (2009). «Hormonas y calvicie» en ¿De qué se alimentan los zombis? Páginas 170-173. Barcelona. Editorial Robinbook S.L. ISBN 978-84-96924-75-8